La reproducción requiere la exacta transmisión de la información genética de padres a hijos. Cuando una célula se divide es imprescindible que la totalidad de su genoma sea duplicado exactamente. Las células han desarrollado mecanismos correctores de errores que a veces se producen durante la replicación del ADN. El no reparar el daño puede acarrear consecuencias desastrosas para el organnismo, por ejemplo, el desarrollo del cáncer.
La replicación del ADN lejos de ser un proceso estático, en orden de la evolución de las especies, es imprescindible el reordenamiento del genoma a través de mutaciones necesarias para mantener la variación genética entre individuos. La recombinación de los cromosomas durante la meiosis desempeña un papel importante en este proceso al permitir que los genes de sus padres se reordenen en nuevas combinaciones en la próxima generación.
También se cree que estos reordenamientos de la secuencia de ADN contribuyen a la creación evolutiva de combinaciones nuevas de la información genética. Algunos reordenamientos del ADN están programados para regular la expresión de los genes durante la diferenciación y el desarrollo de las distintas células y organismos. Un ejemplo en humanos es la reordenación de los genes durante el desarrollo de anticuerpos del sistema inmunológico. Un cuidadoso equilibrio entre el mantenimiento y la variación de la información genética, es pues, fundamental para el desarrollo de los distintos organismos, así como para la evolución de las especies.